Hace algunas lunas mientras hacía fila para entrar a un concierto pude ver, sentir y presenciar en viva carne una de las máximas polaridades que seguimos sosteniendo como humanos, la polaridad del Bien y el Mal. Sin esperarlo fui testigo, en una noche del luminoso y tecnológico siglo XXI (del calendario gregoriano), del encuentro de varias almas sosteniendo aún la lucha ancestral entre Dios y el Diablo.
Admito que me resultó fascinante escuchar ambos lados, cada quién con sus historias, sus resentimientos, su dolor, su pasión, su repudio… Realmente nunca había puesto mucha atención a las narrativas que sostienen la fragmentación, la separación, la polaridad en extremos.
Pero en sí es difícil vivir hoy en día sin ver por todos lados la polaridad de las mentes, discursos, paradigmas y realidades. Claro que esto ha sido así desde hace muchísimos siglos, y la narrativa holística actual habla de cómo estamos llegando, lentamente, a una conciencia de unidad, estamos recordando la medicina de la integración, de la diversidad, de las infinitas posibilidades… pero aun así existen realidades opuestas cohabitando en las mentes y corazones humanos, e incluso debajo del velo de la espiritualidad consciente y holística. La lucha del bien y el mal tiene muchas vestimentas.
Podemos ver que las heridas ancestrales están muy vivas, la sombra colectiva está muy palpable en cada poro de nuestra piel, en el viento, en las aguas, en la tierra misma.
Aún existen corazones resentidos por las conquistas de territorios, por las guerras, por el abuso a la tierra, a las mujeres, a los niños, existe rechazo al dinero y a la gente que lo posee, y a la vez sufrimiento por desearlo, etc.
No pretendo desvalorizar esos sentires o realidades pero ¿Hasta cuándo seguiremos sosteniendo esas narrativas? ¿Hasta cuándo seguiremos sosteniendo el dolor, el resentimiento, el odio?
Sí, son realidades vivas, experiencias, memorias… pero ¿de qué manera podemos hacer las cosas diferentes hoy? ¿Cómo podemos crear nuevas narrativas?
El camino medio
Desde filosofías presocráticas y clásicas griegas, el budismo y seguramente otras cosmovisiones ancestrales, se ha hablado de que el camino de evolución humana es aquel que integra los extremos.
La felicidad, la armonía, la paz, etc., se encuentran en ese sagrado punto medio entre el dar y recibir, la moderación y la indulgencia. Así como nuestro cuerpo naturalmente autorregula su temperatura para crear el ambiente óptimo para existir, así nuestra conciencia, nuestra mente, emociones y alma han de ser cultivadas para llegar a esa autorregulación de todos nuestros cuerpos, y conquistar el punto medio que cada quién necesite, además de algo que considero sumamente importante, aprender a reconciliarnos con nuestras propias polaridades.
El camino de autoconocimiento invita profundamente a reconciliarte con todo lo que eres, porque al viajar a tu interior descubres que eres el día y la noche, la luz y la obscuridad, eres energía femenina y masculina, eres bondad y eres maldad, eres dios y eres el diablo, y nada de eso te define, son solo energías y potencialidades que te habitan.
Está en nuestra naturaleza emitir juicios de valoración, es inevitable, más, hemos olvidado que somos las poseedoras de ese gran poder de emitir esos juicios, de crear esos pensamientos, que se encarnan en nuestro cuerpo, dándonos sensaciones y emociones que definen cómo vivimos el momento presente. Es desde nuestro interior que decidimos, muchas veces de forma inconsciente, cómo experimentamos nuestra vida.
Desde ese entendimiento hoy quiero invitarte a soltar por un momento cualquier narrativa que tengas de la realidad, es difícil, porque nos hemos casado inconsciente o deliberadamente con ciertas visiones del mundo.
Pero inténtalo… respira profundo e imagina una página en blanco en el libro de tu vida.
¿Qué te gustaría creer?
Sagrado Balance
Aunque sigamos viviendo en un mundo muy polarizado estamos, al mismo tiempo, viviendo un maravilloso tiempo como humanidad en el que conocimientos y sabidurías ancestrales están siendo mucho más accesibles y está latente el llamado en muchas almas de tornar la mirada a su interior.
Tengo la certeza que desde la reconciliación interna que podamos lograr cada alma de forma individual será posible trascender la polaridad extrema, y eso va desde dejar de juzgar condenatoriamente al otro, por lo que es, por sus gustos, por lo que hicieron sus ancestros, o su género, por lo que permitieron, o por lo que no se hizo o dijo en su momento.
Ni buenos ni malos: humanidad
Ni patriarcado ni feminismo o matrística: humanidad
Ni ricos ni pobres: humanidad
Ni dormidos ni despiertos: humanidad
Ni conquistadores ni víctimas: humanidad
Ni solo materia ni solo espíritu: humanidad
Cuando vemos más allá podemos atrevernos a crear lo nuevo.
Traerte este tema hoy también surgió porque últimamente me ha fascinado cómo de la recuperación de sabidurías ancestrales estamos recordando muchas almas nuestra conexión con la tierra, con la naturaleza, y esto me parece fundamental en este tiempo en el que la evolución tecnológica se está expandiendo y seguirá avanzando.
Mi rezo es que podamos trascender las polaridades para poder navegar estos tiempos.
Mi rezo es abrazarlo todo para tejer una realidad en donde la conciencia de la tierra y las enseñanzas ancestrales puedan habitar en un mundo que siga evolucionando, en un sagrado balance, porque al final, lo que vaya a suceder con los avances tecnológicos dependerá mucho de las conciencias que la desarrollen y aquellas que las utilicemos.
En nosotros está el poder de mantener una armonía con la tierra, con lo natural y entre nosotros mismos.
Y el camino para lograrlo empieza dentro de ti y a la vez entretejido con tu entorno.
Como dijo en su momento una abuela, “el futuro es ancestral”, más eso no significa regresar a vivir en cuevas o alejarnos del mundo moderno, más si recordar y tener muy presente que somos fragmentos de vida con un gran poder.
Más allá del género, de tu orientación, de tu nivel económico, de tus creencias espirituales, de tus percepciones del mundo… mucho más allá, todos somos humanos, todos somos tierra, todos somos naturaleza.
¿Qué podemos hacer diferente hoy?
Gracias por leer.
Con cariño,
Nancy ☆