Danza LuniSolar nace de un deseo profundo de vivirme en mayor conexión con la sabiduría de la naturaleza, con los ciclos lunares y de jugar distinto con el tiempo.
Por varios años busqué una herramienta que me ayudara a vivir de una forma más armoniosa con la ciclicidad natural, y así fue que llegué a distintos calendarios y percepciones del tiempo.
Una de las herramientas que encontré y comencé a poner en práctica fue la Rueda del Año neopagana, la cual fue creada en la primera mitad del siglo XX por Gerald Garden (quien popularizó la religión Wicca), esta rueda del año es una recreación y entretejido de tradiciones ancestrales nórdicas, germánicas y celtas, la cual contiene 8 festividades anuales que están ubicadas en 8 puntos distintos del año gregoriano (calendario que usualmente utilizamos) que marcan las distintas fases de la naturaleza, los solsticios, equinoccios y los puntos intermedios entre los cambios de estación.
Esta rueda además es una representación simbólica de nuestras propias fases y estaciones internas, es una guía que nos invita a reconectar con nuestros propios ciclos de vida-muerte-vida, acompañada además de un bello relato simbólico de unión, muerte y renacimiento del Dios Sol y la Diosa Naturaleza.
Este calendario fue un primer acercamiento a vivirme de una manera más armoniosa con los ciclos naturales, sin embargo, sentía aún un deseo de transitar mis días de una forma distinta y en mayor conexión con los ciclos de la luna, por lo que mi búsqueda continuó.
Comencé a investigar acerca de los calendarios lunisolares, los cuales existen desde la antigüedad e incluso hoy en día hay varios países del mundo que aún los utilizan.
Son llamados lunisolares porque toman en cuenta el ciclo solar de 365 días y los ciclos lunares de 29 días aproximadamente, es decir, consideran el movimiento y posición de la tierra en torno al sol y la luna.
Estos calendarios son utilizados para la siembra de alimentos, y prácticas espirituales/culturales, correspondientes a las tradiciones ancestrales de cada territorio.
Inician sus ciclos anuales y meses, ya sea con lunas nuevas o llenas, y un ciclo anual puede tener 12 o 13 meses, ya que hay años en los que vivimos 12 o 13 lunaciones (ciclos lunares completos con todas sus fases).
Justo es lo que buscaba, un calendario que comenzara su ciclo anual y sus meses tomando en cuenta el ciclo lunar, siendo así la luna la guía para ordenar el tiempo.
Sin embargo, no tuvo sentido para mí basarme y seguir un calendario lunisolar con el que no tenía ninguna conexión con las tradiciones y prácticas espirituales originarias. Además, en el fondo, lo que buscaba era conectar con esa ciclicidad natural y lunar, pero que también tuviera un significado y relación con mi vida y mi realidad.
Por último me encontré con el Sincronario de 13 Lunas de José Argüelles, creación también moderna, que, aunque su propuesta de vivirnos en un tiempo alineado con el cosmos y los ciclos naturales me pareció muy interesante e inspiradora, tampoco me hizo ningún sentido el tomar otra estructura que al final también tenía fechas determinadas y no tomaba en cuenta los ciclos lunares como yo lo deseaba, no obstante, sí me llevó a observar el calendario gregoriano bajo otros ojo y a percibir la energía que éste nos transmite en lo sutil.
Actualmente el calendario predominante en la mayoría de los países del mundo es el gregoriano, instaurado en 1582 por el papa Gregorio XIII, el cual sustituyó al calendario Juliano (creado por Julio César) el cual, a su vez, estaba influenciado por el calendario solar egipcio.
Este es el calendario que la mayoría conocemos y utilizamos, el de 7 días a la semana, 12 meses, con un año de duración de 365 días. Su uso es oficial ya que rige los asuntos burocráticos humanos, es decir, fue creado con un fin administrativo.
Este es un calendario solar, está basado solo en los movimientos de la tierra en torno al sol y energéticamente solo considera la energía masculina, la energía activa de nuestra dualidad interna. Es una representación del tiempo enfocada en una estructura lineal y muy práctica. Claro que es funcional, pero de una manera sutil, nos lleva a un desbalance interno.
Si solo seguimos el ritmo del sol nos perdemos del sagrado balance lunar, del equilibrio que nos recuerda la pausa, el descanso, la introspección y el simplemente Ser, y cuando nos permitimos solo Ser, el tiempo se transforma.
Finalmente, todo fue una profunda inspiración e impulso a crear mi propio calendario lunisolar.
En 2020 comencé crear esa herramienta que tanto deseaba para mantenerme en conexión con los ciclos de la naturaleza a mí alrededor y con mis propios ciclos internos.
Para fluir en una estructura circular, eventual y alineada con los ritmos naturales que integran tanto al sol como la luna, energías que crean una hermosa danza cósmica.
Para trascender un paradigma del tiempo enfocado en el Hacer Humano y recordar que ante todo, Somos Humanos.
Para atreverme a vivir bajo un tiempo distinto, un tiempo holístico que integra la espiritualidad y magia en la cotidianidad. Ya que es en lo sutil, en lo imperceptible, en lo cotidiano, en donde florece la semilla de la expansión de nuestra conciencia.
Danza LuniSolar pretende ser una herramienta para vivir de una manera más armoniosa con la naturaleza, entretejiéndose con el calendario gregoriano, es decir, con el ritmo solar, pero agregando los ritmos lunares y mayor atención a los ciclos de la tierra.
Es además un acompañamiento y guía para profundizar en tu camino de autoconocimiento, ya que al reconectar con los ritmos de la naturaleza, estas también reconectando con tus propios ritmos y ciclos, despertando así la sabiduría que te habita.
Es una invitación a integrar la espiritualidad y magia a tu cotidianidad.
Algo fundamental que tiene Danza LuniSolar es que es un calendario redondo, llevándonos desde un aspecto visual a romper la estructura lineal y fija que vemos comúnmente en los calendarios.
Llevándonos a sentir la fluidez y sabiduría de lo circular, del movimiento constante y a la vez de la completitud.
Cada ciclo anual comienza con la Luna Nueva alrededor de octubre o noviembre de un año gregoriano, por lo que el inicio de un año será en distintas fechas del calendario oficial, esto también nos conecta directamente con la naturalidad de los cambios y a ver más allá del paradigma lineal de iniciar un nuevo año en una fecha ya predeterminada.
Iniciamos en este momento del año porque en esa temporada, en el hemisferio norte (mitad de la madre tierra en la que he caminado hasta el momento), estamos adentrándonos a la fase obscura del año, al periodo en el que la naturaleza comienza a morir, es decir, a soltar y desprenderse de lo necesario para renacer en primavera.
Es el tiempo en donde se nos invita a permitirnos morir simbólicamente, a regresar a la obscuridad del vientre de nuestra madre interna para nutrirnos, regenerarnos y renacer.
Escoger este momento para iniciar un ciclo anual fue inspirado en creencias ancestrales en donde se honraba la muerte y se le reconocía su poder de ser el principio de la vida.
En el mundo natural para que nazca follaje, frutos o flores nuevas es necesario que las anteriores se desprendan y mueran, para crear el espacio necesario a lo nuevo. Los humanos nacemos a este mundo partiendo de una muerte, dejamos morir la vida que teníamos en el útero de nuestra madre para nacer a esta realidad, a una nueva vida como seres independientes.
Partimos del reconocimiento de la muerte como principio de la vida.
Cada mes inicia con las lunas nuevas, por lo que la duración de un mes es la duración de un ciclo lunar (lunación). Un ciclo anual puede tener 12 o 13 meses, porque anualmente contamos con 12 lunaciones y cada 2.5 años con 13 lunaciones. El nombre de cada mes/luna está asociado a las energías y temporadas de la naturaleza.
Otra de las particularidades de este calendario es que los días de la semana son llamados con el nombre del planeta al que hacen referencia y de donde surge la etimología de los nombres actuales (a excepción del sábado y domingo que sus nombres en español fueron adaptados por la iglesia cristiana).
Originalmente, en varias culturas ancestrales, cada día de la semana era designado a un dios o diosa, esto variaba según las tradiciones religiosas y territorios, por lo que conforme surgían nuevas tradiciones, culturas y civilizaciones esta práctica se iba adaptando. Los días como los conocemos hoy provienen de la antigua roma, para quienes sus dioses y diosas (sincretismo de tradiciones griegas y egipcias) estaban asociados a los 7 planetas visibles.
Retomar los nombres originarios es una invitación a trabajar con la energía que cada día representa, y por qué no, teñir con un poco de magia tus días. Para ello a cada día le asigne una característica con la que puedes trabajar, sin embargo, la invitación está abierta a que tú conectes con lo que ese día y ese planeta representa para ti.
Algo que también encontrarás son festividades e información de las ruedas paganas/ancestrales, con la intención de reflejar la síntesis metafórica de la propia existencia y evolución humana a través del fluir de la medicina de la naturaleza.
Por último, cada luna, es decir, cada mes, te invitará a explorarte profundamente a través de ejercicios introspectivos, palabras de poder, cuestionamientos o rituales, enriqueciendo así tu propio viaje de autoconocimiento.
Cada ciclo anual es nombrado de manera intuitiva y en resonancia con las energías del momento.
El primer ciclo fue el Ciclo Reconciliación 2019-2020.
Te invito a leer aquí acerca de todos los ciclos y el ciclo actual que estamos transitando.
Y aquí encontrarás videos con las presentaciones de cada nuevo calendario e información complementaria.
Si deseas adquirir tu calendario envíame un correo a danza@lavidaesmedicina.com o un mensaje por whatsapp
Gracias por resonar con esta creación hecha con mucho amor y magia.
Bienvenida a danzar con el ritmo de la naturaleza-cosmos
Bienvenida a Danza LuniSolar.
